lunes, 23 de agosto de 2010

Meeting de Rimini

Entre los pabellones, suena el eco de una canción de amor


En el amor, en la política, en la economía, el hombre busca siempre el infinito. El hecho de que siempre quede insatisfecho demuestra precisamente que este deseo no tiene límites, como han demostrado en el Meeting un banquero y un sindicalista, Corrado Passera y Raffaele Bonanni.
Crecer es un deber. Las reformas son un imperativo para el bien común del país. El trabajo es una prioridad. ¿Qué permite mantener esta tensión infinita, no contentarse? La experiencia demuestra que antes o después el deseo infinito decae, se reduce. El amor se convierte en posesión, la política en conquista y gestión del poder, la economía reduce su objetivo al único fin de hacer dinero. En la experiencia de la que nace el Meeting es Jesús el hombre que, al encarnarse, nos sale al encuentro, mantiene la estatura de nuestros deseos y nos permite vivir a la altura. Nuestro error es un deseo reducido, que se contenta, que usa las cosas (y las personas) por menos de lo que valen. Pero el camino para vivir a la altura del propio corazón es sencillo.